Cuando escuchamos la palabra tejer, acude a nuestra mente la imagen de un hilo, un estambre o un cordón, el cual nos permitirá hilar un entramado que dará forma a un cuerpo suave que cobijará o adornará a otros cuerpos. El tejido es una actividad mayormente asociada a las manos de la mujer, ya sea la madre, la abuela, la tía, que enseña a las más jóvenes y pasa su conocimiento de generación en generación. Las prendas que emergen de la creación y la habilidad que se va perfeccionando, se relacionan también al cuido, al cariño y al cobijo materno, intrínseco al deseo de procurar bienestar.
La memoria también se construye a partir de la habilidad de hilvanar, sin embargo lo que se trenza en esta maniobra son las experiencias, los recuerdos y lo vivido. Lo bueno y lo malo se entreteje en un ejercicio de unión, puntada a puntada la memoria se convierte en una práctica lúdica que deviene en identidad y presencia.
La memoria se encarga de anudar el pasado dejando una huella en el presente. El futuro se construye a partir del constante ejercicio de recordar, la memoria es un arma para activar la posibilidad de la existencia.
La obra de la artista salvadoreña Alexia Miranda es una maraña en el tiempo. Múltiples capas se acomodan unas sobre otras dejando un nudo en la garganta, un dolor en el pecho. Desde la intimidad ella abre ventanas que permiten el juego y un entrecruzamiento de miradas. Ha sabido emplear las herramientas del registro para conservar los momentos, desde el videoarte y el lenguaje audiovisual, convierte sus vivencias en espacio de juego, de reencuentro y de sanación.
Dos décadas se agolpan en una veintena de videos, mismos que recogen un sinfín de recuerdos, un cúmulo de acciones que destejen la memoria, desanudándose, extendiendo el cuerpo de una artista que se ha sentido a la deriva y en desasosiego, transformando los sinsabores en catarsis audiovisual.
Es en el terreno del performance donde narra sus pasiones y el sinsentido cobra forma, devolviendo ese gesto humano del cual habla todo el tiempo en su accionar como artista, como mujer. El espectador se enfrenta a un reto constante: entender las conexiones entre obras, dejando que un interminable diálogo se entreteja sutilmente, desdibujando las nociones de su propio cuerpo y las convenciones sociales dictadas en torno al cuerpo femenino.
La artista busca retratar la belleza, y lo logra nutriéndose de su propias experiencias: lo que ocurre en su casa y en la calle; lo que pasa en sus relaciones, lo laboral, lo personal, lo cotidiano. Explora a fondo los universos de lo doméstico con elementos tan comunes como la ropa, los zapatos, los utensilios de cocina, pues es en ellos que recae la energía del cuerpo. Con ellos vive, trabaja e interactúa, siendo que en esa convivencia se reconocen los actos simples de la vida, pero que reflejan la condición humana. Cada vivencia es tensada como un tejido que lo envuelve todo, su vida y su obra se funden en un solo devenir.
El acoso callejero, la violencia doméstica y de género, la lucha constante por figurar, por estar presente, por ser visible y ser tomada en cuenta en una sociedad que pondera otras figuras antes que la de una artista local, que como muchas otras sociedades cae en los prejuicios de género que contaminan la convivencia. Aun teniendo como artista una posición privilegiada, no logra escaparse de misoginias y machismos, pero emplea su propio cuerpo como escudo y arma. Ha encontrado en el performance una manera de traducir las micro violencias, como catarsis muchas veces y como gatillo otras tantas. Para ella el performance es “un acto ritual ejecutado en tiempo real utilizando el cuerpo como una herramienta poderosa, capaz de transgredir la realidad del performer y del espectador
Esta artista ha encontrado en el performance y en el video un poder único para trasladar a lenguajes visuales su propia vida, herramientas que le han permitido resistir por muchos años y seguir creando. Alexia Miranda es una de las representantes más activas y constantes del performance salvadoreño. Como un carrusel que gira sin parar, el cuerpo de esta artista una y otra vez desteje la memoria y desgasta sigilosamente el filo del tiempo
Reseña biográfica
(El Salvador, 1975) Estudio Humanidades, Artes Plásticas y Danza Contemporánea en la Universidad de las Américas, Puebla, México, y en la Escuela Nacional de Danza de El Salvador. Estudió Piscología Transpersonal y Pedagogía Creativa. Es catedrática y trabaja con niños y comunidades vulnerables. Fue coordinadora del Continuo Latido Americano de Performance 2020 para El Salvador. Artista invitada de la XIII Bienal de La Habana, Cuba, 2019 “ La Construcción de lo Posible”. Selección en la XXI Bienal de Arte Paiz, “Más Allá”, Guatemala, 2018, curada por Gerardo Mosquera. Participó en Pacific Standard Time, Live Art LA/LA REDCAT, Los Ángeles, Estados Unidos, 2018. Festival de Video Arte PROYECTOR, Madrid, España, 2018. Selección FUSO Videoarte, Lisboa, Portugal, 2017 y Teor/Ética, Costa Rica, 2018. Dónde Hubo Fuego, Museo de Arte MARTE, El Salvador, 2017. Selección X Bienal Centroamericana, Costa Rica, 2016. Participó en ¡Manifiesta!, IX Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política, Montreal, Canadá, 2014. VIDEOAKT Bienal Internacional de Videoarte, Barcelona, España, 2013. Month of Performance Art, Berlín, Alemania, 2013. Miami International Performance Festival, Estados Unidos, 2012. EJECT Festival de Videoperformance, Ex Teresa Arte Actual, Ciudad de México, 2012. Bienal Internacional de Performance DEFORMES, Chile, 2010. Obtuvo el Primer Lugar en el Festival de Cine y Video Centroamericano (categoría experimental), Guatemala, 2009. Premio Hocus Pocus, MARTE Contemporáneo, El Salvador, 2008. Talento Joven del Año, CENAR, CONCULTURA, El Salvador, 2008. Finalista y Mención de Honor, Subasta de Arte Latinoamericano JUANNIO, Guatemala, 2008. Primer Lugar Festival de Arte Digital, Fundación CLIC–HIVOS, El Salvador, 2006. Primer Lugar categoría experimental, Bienal de Arte Paiz, Guatemala, 2005. Segundo Lugar en el Certámen de Poesía “Mujer Rompe tu Silencio”, El Salvador, 2005. Su obra ha sido expuesta en Centro, Norte y Sudamérica; al igual que en Europa y el Caribe.